Inescrutable
- Navegante Literario
- 2 nov 2023
- 2 Min. de lectura
No sé nada de Dios.
Voy a la iglesia desde que tengo 8 años (hoy 26), pasé por escuela dominical, reunión de adolescentes, de jóvenes, ministerio de alabanza, tesorería, etc.

He predicado incontables veces, en diferentes lugares, ante diferentes personas; he tenido sueños reveladores, visiones que se cumplieron, se ha estremecido todo mi ser con su voz.
He pasado por varias iglesias, me he enfrentado a algunos pastores, he trabajado con otros.
He hecho evangelismo, reflexiones, devocionales, estudios, análisis, he escuchado sermones, leído libros, debatido pensamientos; he buscado a Dios a través de la ciencia, lo he hallado a través de la ciencia y el conocimiento, también a través de su palabra y también de forma directa, encontrándome con él en muchas ocasiones.
He pasado horas en su presencia, conversando, indagando, adorando. Practicamente no tengo amigos, porque no se conversar con otras personas de forma social, a menos que el tema de charla tenga que ver con Dios.
Me sé canciones, versículos, himnos, coros, frases; conozco autores y referencias, hechos históricos y afirmaciones científicas que lo avalan; lo he hallado en la filosofía, la psicología, la sociología y obviamente la teología.
Y aún con todo esto... No sé nada de Él.
Lo conozco, lo busqué, lo hallé; lo persigo y todo lo demás, aunque me sirve y lo disfruto, lo tengo por basura; porque apenas me alcanzaría una vida y todo el conocimiento de la humanidad para conocer una ínfima parte de su inmensidad inescrutable.
Conozco su amor, su paz, su compañía; pero de Él no se nada. Y solo sé, de mi mismo, que perseguir a Dios es lo único que vale.
Así de inmenso es Dios, no basta el conocimiento humano para comprenderlo, entenderlo, conocerlo; pero allí basta su gracia para permitirnos acceder a Él.
Comentários