Más allá del sol...
- Navegante Literario
- 16 jun 2024
- 1 Min. de lectura
Hace 18 años, cuando tenía 9, fue mi primer Día del Padre "sin papá".

Reciente, además, el 1 de junio por la mañana habíamos estado en el cementerio enterrando su cuerpo sin aliento.
Allí, ese día, me vió un compañero de la escuela que el resto del año, sin malas intenciones, me preguntó recurrentemente si extrañaba a mi papá. Un día dejé de responderle.
Solo tres veces lloré, cuando me dieron la noticia esa mañana del 31 de mayo; cuando me acerqué al cajón en la sala velatoria, luego de pasar horas sentado a dos metros; y cuando comenzaron a tirar tierra sobre el ataúd, mi mamá me había dado una flor violeta y me dijo que cuando comenzaran a hacerlo la arrojará allí (curiosamente mi color favorito es el violeta).
Si bien en muchos momentos de mi vida sentí que lo requería y no lo tenía (Concursando en eventos culturales, cantando tango, egresando primaria, egresando secundaria, recibiendome como profesional, consiguiendo trabajo, decidiendo cambiar de trabajo, peleandome con religiosos, dando clases (él era profesor)).
Sin embargo, cuando lo pienso hoy, no siento que no está; sino que está en otro lugar. Como mis abuelos, que viven en otra provincia, que sé que están bien, que en algún momento en que tenga la oportunidad los voy a ver.
A veces, en fechas como estas veo a gente ir al cementerio para saludar; para mí ahí no hay nadie, los cementerios son parques vacíos. Pero, hey, dejen descansar a los que duermen...
Porque hay un hogar, hogar, bello hogar más allá del sol.
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