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Parásitos de contra turno

  • Foto del escritor: Navegante Literario
    Navegante Literario
  • 13 dic 2023
  • 3 Min. de lectura

Cuando terminé la secundaria, a los 17 años, lo hice con diferentes reconocimientos; uno de ellos, por ejemplo, mejor promedio.



Por otra parte, fuera de la escuela, conocía a un docente de historia que era vecino de uno de mis profesores; fue a través de él que se enteró de mis buenos resultados. Lo más sorprendente fue la actitud que tuvo; me invitó amigablemente a tomar mate y comenzó a hacerme preguntas sobre mi finalización de cursada; cuando llegué al punto de comentarle que recibí un certificado por tener el mejor promedio, me respondió que yo era un soberbio. Cuando le pregunté al respecto, me dijo que yo era un soberbio, una muy mala persona y un horrible cristiano; porque al tener esas notas destacadas los hacía quedar mal a mis compañeros.

Y eso fue solamente un detalle, también supo que me eligieron como mejor compañero y, por esa causa, me recriminó que yo era una persona muy desagradable; porque con esa mención yo hacía quedar mal a mis compañeros con sus familias y con los docentes.


Y mi respuesta era simple ¿Qué culpa tengo yo de que mis compañeros me quieran y me elijan, como se hace cada año, mejor compañero? ¿Por qué yo soy soberbio por tener buenas notas y dar buen ejemplo? La respuesta, de quien además era mi líder de jóvenes, es que con esas cosas yo demostraba lo miserable que era como cristiano; porque al ser tan bueno, los hacía quedar mal a los otros, y por eso era soberbio.


De todas las que oí en toda mi vida, las de esa tarde deben haber sido las estupideces más grandes que escuché.


¡Nunca!, jamás podés aceptar que un parásito te venga a recriminar por celos que la búsqueda de la excelencia, trabajo duro, el esfuerzo para mejorar y salir adelante son indicios de actos mediocres. ¿Qué debía hacer yo para ser un buen cristiano? ¿Sacar malas notas? ¿Llevarme materias? Este sujeto tenía tan en alto el conocimiento que alguna vez había adquirido, se aferraba a eso tan a cuesta de todo, que no podía admitir que alguien de su entorno demostrara buenos resultados.


Yo debía ser mediocre, para que él continuara siendo superior.


Egresé siendo abanderado del pabellón nacional en la escuela de arte más grande del país (dice que de LATAM), eso no es soberbia, es lo que un cristiano debe apuntar a ser; y aún más. Ladran Sancho, señal que cabalgamos; dice un verso popular generalmente atribuido a Don Quijote, aunque no pertenece a aquella obra. La envidia, los celos, la competencia, las inseguridades propias y ajenas siempre se vana presentar en contra de tu andar; como los ladridos de los perros que corretean a los autos, pero no los muerden, como sabemos. Sé el mejor, no seas mejor que nadie más; sé mejor que vos mismo, sin importar lo que digan los demás. Tu vida te pertenece, tenés solo una, si no la aprovechas para evolucionar a tu mejor versión posible; éstos parásitos van a venir y te van a consumir por completo. Para los que se quedaron pensando en este detalle; sí, aún dentro de la iglesia; nadie es perfecto. La gente es gente, muchos son lobos disfrazados de ovejas; los parásitos se esconden en cualquier lado. Sigue a Dios, enfócate, no pierdas de vista ese objetivo. Aprende de quienes te enseñan el bien, sonríe a los que te hablan con mentiras.


¡Avanza!

 
 
 

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