Tu primera vez

Dicen que todo tiempo pasado fue mejor, y evidentemente sí. El futuro es incierto, el presente por más bueno que sea; no sabemos en que momento puede cambiar, pero cualquier historia feliz del pasado ya está cerrada y podemos estar seguros de que no tuvo un final trágico inesperado o un giro dramático desolador.

El valor más grande está muchas veces ahí, en saber que aquella historia que comenzó, duró y cerró de buena forma; es un recuerdo feliz, a menos que estés nostálgico y/o escuchando a Montaner.

Las primeras veces suelen ser insuperables, recuerdo una ocasión en que tenía unos 11 años y probé por primera vez un refresco de naranja de una famosa marca; me pareció la cosa más rica que probé en mi vida.

Esperé por una segunda ocasión para volver a tener la oportunidad de tomar de aquella bebida, cuando ese día llegó quedé totalmente defraudado; era la misma bebida, de la misma marca, mismo envase y mismo sabor; pero me supo totalmemte igual a cualquier otra gaseosa de naranja. De ahí en mas, jamás volví a tener la sensación que tuve aquella primera vez.

Esta misma experiencia me aconteció con muchas cosas, sabores, fragancias, sensaciones táctiles o auditivas... y también con personas.

La primera vez de muchas cosas es sin duda la mejor experiencia que podríamos experimentar. El conocer a alguien, un primer beso, una primera cita, el primer hijo.

Eso no descalifica a todas las demás repeticiones, todos los besos y abrazos por venir; sino que tienen simplemente un valor diferente.

Con toda certeza podríamos decir a una voz: Aquellos buenos tiempos.

Sin embargo, hay algo que nunca deberíamos perder, la capacidad de asombro y el espíritu aventurero que, lejos de vivir añorando el pasado, permanece siempre a la expectativa de lo que está por venir, de descubrir el día a día y enfrentar cada desafío, alegría o tristeza; como si el mejor momento de la vida fuese este mismo que acontece a cada momento.

Seamos como niños.