top of page

Los dos deben perder

  • Foto del escritor: Navegante Literario
    Navegante Literario
  • 18 ene 2024
  • 3 Min. de lectura

Una relación puede ser de dos formas: Buena o mala. Hay un valor esencial en el que podemos definir, al menos en alguno de sus aspectos, esa diferencia: Ego.



Arranquemos con un ejemplo: Si uno cocina, el otro debería lavar los platos. Cuando uno termina haciendo las dos cosas, termina degradándose de par a sirviente, y para el que no hace nada es un ganar-ganar. Entiéndase que estamos generalizando, universalizando esta conversación; puede haber días en los que uno solo hace las dos cosas, o que ninguno haga nada. Pero vamos a hablar en aspectos generales, generalizando estadísticamente una vida de pareja y aplíquese estos mismos ejemplos a toda la demás cotidianeidad.


Capaz que a nadie le gusta cocinar y a nadie le gusta lavar, pero si son pares no sería correcto que uno deba rebajarse a hacer ambas cosas mientras el otro no hace nada, como decía al principio.


Entonces tenemos 3 casos: 1. Si no se hace nada, no gana nadie; porque necesitan comer para vivir, por ende cocinar y consecuentemente lavar. 2. Si uno hace todo y el otro no hace nada, siempre pierde uno y el otro gana en su comodidad; esto generalmente trae conflictos.


3. Los dos pierden, cada uno cede un poquito, se resigna otro poquito y entre los dos hacen cada uno su parte; un 50-50. Entonces, cuando los dos pierden (de manera individual), ambos ganan (como conjunto).


Cada uno debe perder, para que ambos puedan ganar.

Hay un texto que dice claramente: El amor no busco lo suyo.


No estoy pretendiendo siempre tener la ventaja o ser mejor, cada uno cede de su parte para permanecer a la par y alcanzar un éxito en conjunto; como si fueran uno solo.

Con esto, creo que ya dije todo, muchas gracias por leer, podés dejar tu corazoncito en la nota <3 Y si querés podés seguir leyendo un poco más de desarrollo :D


Si a mi me gusta el rock y a ella le gusta la cumbia; puedo ganar yo poniendo todo el día mi música y que ella esté todo el día amargada, esperando a que yo me vaya para poder oír su música, o cada uno en su mundo desconectado el uno con el otro. O también puede pasar que yo dé un poquito el brazo a torcer y permita que la música sea un ratito yo y un ratito ella; aunque no me guste la cumbia, pero ella también se tiene que aguantar mi rock, ella también tiene que ceder un poquito.


A veces el amor es resignar un poquito de mí, siempre y cuando el otro también esté resignando de su parte; sino volveríamos al primer caso en donde uno hace todo y el otro no hace nada.


Ojo, también puede pasar que uno cocine siempre porque le gusta y decida lavar igual los platos porque sabe que si lo hace el otro le quedan más sucios de lo que estaban; también puede pasar que a los dos les guste el rock y la cumbia. De pronto no hay problemas en esos aspectos, pero capaz uno es muy afectivo-demostrativo y el otro es un poquito más "seco"; entonces uno debería bajar un poquito su intensidad y el otro aceptar y acostumbrarse a dar y recibir un poquito más de lo que tenía por costumbre.


No se, aplíquese a cualquier cosa y evítense los choques de egos.


Recuerden que, muchas veces, para que puedan ganar los dos, debe perder cada uno.


O más bien: Lo dos deben perder, para ambos ganar.


Y no sabés lo lindo que es un día abrir Spotify y que la lista recomendada no vaya específicamente con ninguno, pero si muy particularmente con los dos. Esa homogenización es elemental en muchos aspectos del convivir.


Juan dijo que era necesario que él mengüe para que Cristo pueda crecer, y Cristo también tuvo que morir; y al final ganaron como equipo.


Cada uno tuvo que hacer su parte, dejar un poco sus cosas singulares para atender las combinadas y el resultado fue bueno. A veces, para acercarte a Dios también tenés que ceder un poquito, pero el resultado es mejor de lo que jamás podrías haberte imaginado.

 
 
 

Comments

Rated 0 out of 5 stars.
No ratings yet

Add a rating
bottom of page